El viento, no puedo sentirlo. Apoyo mi mano en el vidrio que separa mi mundo del resto de vida que no tengo acceso. Todo allá parece más vívido y más feliz. Los colores tienen más luz, las personas sonríen más, el cielo tiene menos nubes, el sol es más acogedor.
Quiero cambiar de lado, tocar las personas que por detrás de mi redoma caminan sin limitación aparente. Quiero salir de aquí, romper este más que inoportuno cárcel.
A veces grito… intento inútil. No lo hago más. Nadie puede oírme, aunque parezca mentira. Los sonidos de afuera a mi llegan perfectos, pero noto que las personas no hablan. Sus labios están siempre cerrados, a menos que estén sonriendo. ¿Hay motivos para sonreír, sin embargo, en un mundo sin voces?
Todos siempre caminan, caminan, caminan, como si continuamente estuvieran yendo a lugar ninguno o a todos los lugares. Y yo acá, en medio de esta contradicción, inmóvil, detenido. ¡Siquiera alguien puede verme! Soy indignadamente invisible.
Mi única diversión, o mejor, distracción, es fingir que las personas pueden notarme. La verdad, sin embargo, es que a mi no me gusta más pasar el tiempo así. Ya me he cansado.
Ahora, por ejemplo, veo una nena que por acaso está mirando en mi dirección, en dirección de mi redoma. Pero sé que no logra percibirme. Estas casualidades me hacen sentirme importante. Es casi mágico mirar en los ojos de alguien que parece también estar mirando en los tuyos. Es como que sentirme existente. Pero estoy solo y sólo soy experiencia para mí.
__________________
Texto revisado por Ivan González, de Mar del Plata, Argentina.
Soy yoo!! jaja yo lo revise y lo certifique, jaja..
ResponderExcluirDesde mardel Argentina, jajaa..Exitos